martes, 8 de noviembre de 2011

A lo mejor piensa que soy una señora respetable

Él vive justo frente a mi casa. Suelo verlo entrar y salir. Pasea a sus perros, saca la basura, marcha al trabajo, vuelve del trabajo, entra, sale, entra, sale,...
Desde la ventana de mi dormitorio puedo ver la ventana de su cocina. Desde la ventana de mi cocina, veo la ventana de su dormitorio. Vive con su novia, pero a ella no la miro. Tampoco la veo.
Suele cocinar en slip. Debe hacerlo adrede, para que yo adivine sus atléticas formas a través de la persiana. La persiana que nunca cierra, porque hace calor. Hace calor...
Se recoge las larguísimas rastas rubias en un moño alto. Parece un efebo, un samurai (yo contengo el impulso de gritarle bravo, a lo Vicky Larraz, temo que me oiga).
Con precisión de cirujano pela las zanahorias, corta en juliana los pimientos, la cebolla, el ajo en trocitos, muy finos, como sus dedos... y va desgranándome las ganas.
Él vive justo frente a mi casa. Sale, entra, entra y sale.
Suelo verlo vivir, lo observo con ansiedad pecaminosa.
Él me da las buenas tardes, si alguna vez me mira, sin verme.
A lo mejor piensa que soy una señora respetable.

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